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miércoles, 28 de septiembre de 2011

LA HERMANA MENOR





Integraciòn:
Tüssi Dematteis (voz, guit. acústica)
Iván Krisman (bajo, bandoneón)
Marcelo Alfaro (guitarra, voz, teclados)
Juan Sacco (guitarra), Ezequiel Rivero (teclados)
Pol Sónico (batería, percusión)
José Nozar (batería, percusión).



Biografia:
La Hermana Menor existe, con notorias intermitencias, desde hace más de una década, por la que han pasado por su integración más de una docena de músicos, no-músicos y diletantes en general. En 2003 grabaron y editaron su primer disco, EX. La formación que lo grabó se disolvió por completo luego de la grabación del mismo, por lo que su re-integración implicó un cierto cambio de sonido, ahora más orientado a estructuras psicodélicas y experimentales, configurando el material de su segundo disco TODOS ESTOS CABLES ROJOS, editado en el 2007. La Hermana Menor ha compartido escenario con bandas como Yo La Tengo, Buenos Muchachos, Pez, Santa Cruz, The Supersónicos, Los Terapeutas, HPLE, Los Chicos Eléctricos, y se niegan a encasillarse en un solo estilo, una sola droga, un repertorio fijo, una sola forma de pensar o un puto género. Rock On



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LA HERMANA MENOR
ntrevista a Tüssi De Matteis
Entre cables rojos y viajes siderales*
Por Nelson Barceló

En tiempos de rock de remeras La Hermana Menor (LHM) resulta una propuesta inusual cimentada por un sonido que en sus comienzos fue ligado al noise y actualmente exhibe un alto grado de psicodelia. Semanas atrás editaron su segundo disco denominado Todos estos cables rojos donde experimentan con nuevas tonalidades y edifican un viaje lisérgico con destino incierto. Dicha psicodelia tiñe los paisajes sonoros que manifiestan un fascinante desarrollo instrumental con algún acercamiento al jazz, y logra cierta conceptualidad que no implica la repetición de sonidos o universos temáticos. De hecho el cine de Armando Bo, la guerrilla argentina y el satanismo son algunas estaciones que recorren, donde los personajes construidos por Tüssi De Matteis (cantante y compositor del grupo y alter ego de Gonzalo Curbelo, editor cultural de La Diaria) enriquecen la travesía. La relación que establecen dichos personajes con quien escucha las canciones les provee de una vida que trasciende las fronteras del disco, y permanecen allí agazapados con su delirio. Hecho que ya sucedió con quienes habitaban su disco anterior denominado Ex, y ahora sobrevuelan Todos estos cables rojos cuando un sampler del tema “1 2 3 4 5” (integrante de Ex) cierra el corte difusión Batería de Jesús.



Se puede identificar el disco en cualquier góndola por un blanco absoluto que se apodera de la tapa y remite al Álbum Blanco de los Beatles, contrastando con el carisma del grupo. Vamos sordo, ponte la remera que hace frío y corre a escuchar el disco Todos estos cables rojos, será como dejar una rosa sobre la tumba de Albert Hofmann.***
- Tras escuchar el disco llama la atención los múltiples significados que pueden tener sus canciones.

Es un disco lento de entrarle, tienen muchas capas de significados. Eso ya me había pasado con el disco Ex donde Ricki Musso decía que “1 2 3 4 5” es una canción gay porque dice ‘quiero presentarte a mi nuevo amigo’ y lo cantaba amaracado. Yo pensaba que estaba describiendo la típica reunión de fruleros de Pocitos, pero si vos ves una canción gay, ok, así lo es. Por encima de todo LHM es un proyecto musical y cada quien dirá la importancia que tiene su lírica.

- “Bandera Azul” es quizás el tema más político de la banda, parece aludir al Presidente Vázquez, pero también puede referirse a los médicos en general.



- No tengo ninguna antipatía por el gremio de la salud, pero hoy la exigencia del autocuidado de la persona es uno de los mayores instrumentos de opresión que posee la civilización. Por un lado se han liberalizado las costumbres, pero por otro se permite recortar todas las libertades personales ‘si es por tu bien’, pero tu bien siempre lo decide un tercero. No puede ser que cuando se habla de la calidad de vida, no se incluya vivir feliz, sino durar más, es una concepción acumulativa de todo. La gente tiene todo el derecho de autolesionarse. Claro que todas las letras de LHM se escriben luego de tener la melodía instrumental y vocal, primero busco que las palabras tengan correlación con la melodía y cuando identifico un ritmo, grupo sintáctico o imaginería voy amontonando lo que me sugiere eso mismo. En este caso puede ser la figura de cualquier doctor, al principio lo asociaba con un diálogo dentro de un consultorio. Una charla como la que he tenido con doctores o psicólogos donde te sugieren cosas que te parecen una idiotez, pensás, este tipo es un imbécil. Después me recordó el discurso de asunción de Vázquez, esa cosa kitsch y melodramática que me hizo pensar ‘este señor es un imbécil’. Hay cosas que se han connotado hacia ese lado, la canción se llamaba “Bandera al sur”, pero los integrantes del grupo se confundieron y empezaron a decirle “Bandera Azul”, que en cierta forma es la bandera del Encuentro. Entonces dije, me gusta eso, pero son cosas que se generan intuitivamente. Si me preguntás si es una canción anti-Vázquez, no, no lo es exactamente... pero no deja de serlo.







- Otro tema que dispara múltiples lecturas partiendo quizás de una muy evidente es “1968”. En un principio parece un homenaje a las películas de Armando Bo e Isabel Sarli, pero a medida que transcurre la canción las cosas se van poniendo más sórdidas.







- Carne es una película que me parece muy interesante, las películas de Bo tienen una estética muy lograda y ambientes de delirio que por momentos parecen películas de Lynch. Carne es una película con la que se han pajeado generaciones, donde todo el sexo que ocurre allí es desde la violación. El imaginario sexual rioplatense girando sobre esa película que como dice la canción “un sueño hecho con bife de chorizo y violación”. Es una imaginería muy violenta, demente, entonces en un momento hice una breve investigación sobre lo que estaba pasando en Argentina en 1968: “Cordobazo”, Onganía, la noche de los bastones largos, se activa Montoneros a partir de células católicas como el Movimiento Tacuara y los curas del Padre Mugica.







- Hay pasajes del disco que remiten al cineasta David Lynch, mediante la ambigüedad y delirio de los personajes y ciertos sonidos que evocan lo onírico.







- Amo a Lynch, es una obsesión personal. Pertenezco a una generación que vivió la moda Lynch y su obra me conmociona particularmente. En nuestras canciones hay elementos fantásticos, siempre me atrajo el punto de contacto entre lo que es muy vulgar y cotidiano con lo excepcional. Me fascinan los momentos de surrealismo o maravilla cotidiana que no precisan de algo tan extremo como las cosas que le pasaban a Cortázar. Me conformo con mucho menos, que un perro me quede mirando en la calle. En nuestras canciones siempre las cosas están a punto de entenderse del todo, pero yo no logro entenderlo porque hay un dato o algo que se me escapa. La expresión de eso que no puedo definir en lenguaje es lo que me interesa describir con una canción. En todo el disco hay una cosa muy de trip lo cual marca que no existe predominancia lírica por sobre la música.







- También está conectado con otras imaginarias como el satanismo, la religiosa, en dos canciones se refieren a Iemanjá.







- Detesto a las religiones a nivel intuitivo pero es una simbología interesante, además me parece curiosa la indiferencia de la lírica uruguaya hacia las religiones afroamericanas. También noto esas fallas al representar a Montevideo en los últimos años. Si esto les parece hermético no saben lo difícil que me resulta entender las letras del 90% de las bandas uruguayas, son un pedo circular existencial. No puedo reconocer nada de lo que están hablando y es curioso porque se trata de gente que vive en la misma ciudad que yo y se mueve por lo mismos lugares. Tampoco podés esperar algo de algunas bandas que cantan en inglés porque si lo hicieran en español tampoco dirían nada. Hay un discurso tan yoísta, egocéntrico, lo único que hay son pronombres y verbos, no hay sustantivos ni puntos de referencia. Es “yo fui”, “yo volé”, “yo me hice dar”, nada más.







- Se nota una elaboración diferente en lo que son las voces que componen el disco.







- Lo que me interesa de escribir una canción es cómo reproducir ritmos conversacionales, hay cosas en este disco que están hechas para demostrar que modestamente sé cantar. El disco anterior deliberadamente tenía una forma de cantar plana, monocorde, siempre me gustó la gente que canta así. En este disco traté de jugar más con el fraseo, es más expresivo a nivel de canto que otros. Canto desde los 15 años en bandas que actúan profesionalmente, no creo que haya aprendido muchas cosas entre Ex y éste disco. Todos estos cables rojos es un disco más suelto a nivel instrumental, más voluptuoso y eso te motiva a soltarte más. Ex fue grabado con excelentes músicos que se incorporaron poco tiempo antes de grabar el disco y con un grupo de canciones ya definidas para grabar. Esta vez los mismos instrumentistas que tocaron para el disco estuvieron presentes en el proceso de composición y eso le da una virtud orgánica al disco. A muchas personas que les gustó Ex, Todos estos cables rojos les resulta un disco caprichoso, divagante, impreciso; pero cambié de banda, ¿por qué carajo voy a hacer un disco igual al anterior?















- ¿Por qué tienen tantos cambios de integración?





- Hace tiempo le preguntaban a un artista algo similar y el tipo decía “yo tenía el sueño de tener una banda como U2 y seguir tocando con los mismos monos durante veinte años, no se dio, bueno, hay otras formas de hacer las cosas”. No son mis empleados, mientras exista una conjunción de intereses y un trabajo creativo que fluya, está todo bien. Hay dos motivos por los que se fue mucha gente de la banda: la plata y la emigración. Nunca se fue nadie por buscar un reemplazo más idóneo, no somos un cuadro de fútbol.







- ¿Te sorprendió la indiferencia hacia Ex?







- Si bien nunca creí que podía ser exitoso, no se le dio pelota aunque era un momento de auge del rock uruguayo. Tuvo más críticas en Argentina, donde no se distribuyó, que aquí. Además la banda se disolvió al momento de editar el disco y no podíamos apoyarlo con shows. Pero era un momento donde había desaparecido cualquier intento de crítica musical, sin embargo a todos se les ocurrió buscar su pata floja. En simultáneo salían discos atroces que la crítica señalaba como “otra notable muestra de la fuerza del rock uruguayo”. Dijeron que no transmitía emociones, bueno, estoy en el horno si es así pues no puedo ser más expresivo de lo que fui ahí. Ahora, si lo que definís por transmitir emociones es hallar un punto que te permita revolear tu puta remera como si estuvieras con todos tus amigos retrasados cantando en el Estadio una canción, bueno, para eso Ex no sirve. Igual me tranquiliza desde otro punto de vista, puede ser consuelo de loser pero algunos de los discos más interesantes del rock uruguayo también han sido ninguneados, ¿quién le dio pelota al disco de Pompas?. No creo en la democracia de millones de moscas.



- ¿Cómo lo explicarías vos desde tu lugar de periodista?



- Creo que los periodistas culturales se han vuelto muy vagos y se generó una cultura en base a gacetillas entonces nunca se busca algo sino que se da la noticia cuando ya todos la saben. O piensan en categorías de movimientos o fenómenos, a mí no me interesan los fenómenos, esas son cosas para los sociólogos. En Uruguay se pasó del país hipercrítico que te paralizaba aunque nunca fue tan así, al ‘vamo arriba que todos estamos en el mismo camión y si criticás me estás tirando para atrás’. Igual la función del crítico siempre está más cerca de pinchar un globo que de inflarlos, personalmente trato de evitar ambas cosas. Hay una no diferenciación del periodista con el fan amateur.

- ¿No creés que eso se legitima mediante el mercado y la actitud de muchas bandas sobre el escenario?

- La demagogia cultural es terrible, aquí se pasó del examen psicópata sobre lo que hacía el artista como ‘vos no podés cantar una canción de Viglietti porque te vi tomar una Coca Cola el otro día’, a aceptar como válida cualquier demagogia. Se generaron fenómenos y como tales son excepciones forjadas por una conjunción de suertes que permite la concreción de un recital anual donde van 100 mil jóvenes, en un país donde no los hay, a ver rock. Pero ya cuando empiezan a hacer uno en Flores y otro en Paysandú notás una pérdida de contacto con la realidad. Además se genera una concepción cuantitativa de lo que es la música. Estuve en muchísimos recitales y seguramente si te hago la lista de los 10 mejores seguro que no hay muchos tan masivos. Esos recitales tienen rasgos inhumanos que pierden la aventura de los shows más chicos. Allí empiezan a creer que esa es la medida de todas las cosas, es claudicar totalmente ante las supuestas leyes del mercado. Las leyes del mercado justas e imparciales no existen desde el momento que alguien está armando la grilla de bandas que van a tocar y no tiene que ver con la cantidad de gente que van a llevar. En general los Chicos Eléctricos llevaban alrededor de 200 personas, No te va Gustar lleva 20.000. ¿Eso quiere decir que No te va Gustar es 1.000 veces mejor? Yo disiento.


- ¿Ustedes se sintieron cómodos en recitales masivos?

 En general nos sentimos para el orto porque si tenés que comunicarte para 10 mil personas no podés hacer nada muy complejo. Todo se simplifica y se trata de llegar para que no sea un fracaso al mínimo común denominador. LHM nunca buscó eso, somos una banda que está quieta en su lugar y si a vos te interesa vas a ir a verla. Hay aspectos de la banda comerciables, tiene su lado pop, pero dentro del paradigma de las bandas uruguayas populares somos más raros que la concha de la madre. Pero dentro del paradigma de las bandas raras, somos de lo más normales. Algunos dicen que es ecléctico, claro, para Uruguay puede sonar así porque estamos acostumbrados a escuchar discos con la misma canción trece veces. Pero si lo comparás con el Álbum Blanco de los Beatles, no es nada ecléctico. En Uruguay hubo una brutal claudicación hacia los lugares comunes y hacia el mínimo común denominador para llegarle a la gente. El nivel cultural de Uruguay no creció en los últimos años, no hay una explosión donde todos están como locos sacando los acordes de los temas de Mateo. Entonces, ¿cómo hacés para llegarles a miles de personas más que Chicos Eléctricos o Exilio Psíquico? LHM no es precisamente purista, está abierta a comercializarse, pero para ello no vamos a tocar el himno.



- ¿Cómo llevan con Gabriel Lagos (bajista de Supersónicos) el no reseñar sus discos para el medio donde trabajan?

- Es un grado de pudor mínimo, aunque las cosas se bastardearon tanto que nadie nos exigía que no lo comentemos. A mí me parece grosero publicar una nota sobre algo que hago en un medio donde quien decide su publicación soy yo. Me han preguntado cómo congenio mi labor de músico con mi tarea de periodista, y no, no la congenio. En La Diaria no hago crítica musical, escribo sobre discos que me interesan positivamente, los quiero difundir, no analizar.

- Esa confusión por los roles puede trasladarse a lo que te sucedió con tu extinto blog Fuck you tiger.


- Es que se confunde un discurso íntimo en un medio subjetivo y que me representa exclusivamente a mí, con un discurso que representa la política cultural del medio. Sería egoísta usar un diario para catarsis personal. Fue una demencia, una explosión que me abrió muchas puertas, pero a su vez fue descontrolada. Aquí hay un malentendido muy grande sobre los roles y lugares de determinados discursos. Yo no pienso lo que dicen mis canciones, pero no dejo de pensarlo tampoco, no es idéntico. Lo que está bien que diga en un blog, está mal que lo escriba como editor de un diario. Si no contextualizás las cosas, estás abdicando de la capacidad de pensar.

 ¿Cómo sigue LHM?

Estamos tan formales que vamos a presentar el disco, antes quisiera que alguien me explique qué es presentar un disco. Aunque ahora el grado de absurdo hace que las bandas también presentan el video de un tema o discos en vivo. No sé como hacen, son como Jesús con los panes, sé que la gente tiene problemas contractuales, pero esto ya es un delirio. Además la concepción del disco en vivo aquí es la reproducción ritual de un grandes éxitos. En donde con un poco de suerte vos podés decirle a tu novia: “ese que grita ‘arriba loco’ como si se lo estuvieran cogiendo soy yo”. Son modos de que te vaya bien, si vos en lugar de tener una relación normal de oferta-consumo la pervertís por una relación emocional donde vos no sos consumidor sino parte del fenómeno, te asegurás una fidelidad absoluta. El problema es que eso es una gran mentira porque vos no sos parte del grupo porque estés pagando la entrada. Mientras vos seas el que cobra y tu público quien paga la entrada, nunca van a ser lo mismo. Mientras vos estés mirando hacia allá y ellos hacia vos, nunca serán lo mismo. Si querés decir que no hay una gran diferencia humana entre ellos y vos, genial, pero hay un gran problema pues no son roles intercambiables. O si querés decir que todos los seres humanos valen lo mismo, estoy contigo, nos agarramos a besos y está todo genial, pero si eso significa que los roles son intercambiables, entonces cambiá las cosas porque hay uno al que se están cogiendo ahí. Hey, ¿por qué te estás llevando la bolsa si yo pagué la entrada? Si son tan intercambiables dejame un poco a mí.
 
 
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